15.12.13

EMPALAMIENTO






Fragmento extraído de la novela
Pompas fúnebres de Jean Genet

Por uno de los pequeños intersticios que había entre cada botón de la bragueta, pasé la punta del índice. Eric no llevaba ni slip ni calzoncillos. Lo primero que noté con el dedo fue el vello. Seguí adelante y noté la verga tan dura como si fuera de madera, pero viva. Aquel contacto me extasió- En el éxtasis hay también miedo frente a la divinidad o sus ángeles. La cola que estaba tocando con el dedo no era sólo de mi amante sino de un guerrero, del más brutal de los guerreros, del más formidable de los guerreros, del señor de le guerra, del demonio, del ángel exterminador. Estaba cometiendo un sacrilegio y era consciente de ello. Aquella cola también era el arma del ángel, su dardo. Formaba parte de esos terribles artilugios que lo pertrechaban, era su arma secreta, la V1 tras la cual descansa el Fürher, el tesoro último y el primero de los alemanes, la fuente del oro rubio. La cola quemaba, quise acariciarla pero no tenía el dedo lo no se había movido. Para fingir que dormía, volvió a respirar con regularidad. Inmóvil en el centro de una lucidez perfecta dejaba que el chavalillo hiciera lo que quisiera, y le divertía su juego. Retiré el dedo y conseguí, con mucha habilidad, desabrochar dos botones. Esta vez metí toda la mano, y con la misma delicadeza, aferré a la polla. Su tamaño me emocionó. La oprimí y Eric, no sé en qué, reconoció que la oprimía con ternura. Nos e movió. Al fin, al tranquilizarme la inmovilidad de Eric por completo, se la meneé suavemente, él, sin duda, estaba pensando en aquella cabeza de muchacha que remataba el cuerpo sólido y delicado, cargado sobre la ciudad aterradora, con una túnica de balas. Se entretenía reconstruyendo su rostro. Se le había concedido la mayor felicidad, ya que era el propio chaval quien respondía espontáneamente a su secreta llamada y acudía a dejarse empalar.



No hay comentarios: